sábado, 23 de julio de 2016

CUANDO SEAS NATURALEZA...

Imagen del filme: L'Ours (1988), del director Jean-Jacques Annaud. ¡Belleza!


"La belleza es la vida,
cuando la vida descubre
su rostro angelical y sagrado".
Khalil Gibran.

Cuando seas Naturaleza
sabrás cuánto duele la vida,
cuánto mata el derrumbe
en un día cualquiera de ruinas.

Nada la sangre sobre las tejas,
apenas levanta la cabeza
ya es hundida de nuevo
 en el sangriento combate arrollador.

Bulle la sangre,
sangra y se desliza
desde la raíz diminuta
hasta la hoja que acaba dando tumbos
en las profundidades.

Se derrama la sangre,
inundan los festejos con ella,
y baja al redondel y se pierde...
Vuela la vida blanca,
en las vallas cuchillas,
en los saltos de muerte.

No hay nada que detenga el estoque
sobre el pecho del día ingenuo,
pero él surge ilusionado, alentado
por los cantos que rumorean...

Y retumba la sangre
en su febril galope, dentro de la boca,
y allá donde lo breve se diluye.
Y vuelve el acero cargado con su azote
para agujerear los brotes
y secar los pequeños instantes
donde el alma resbala y se hace agua.
¡Agua, agua!... ¿Saciarás la sed de matar?

Cuando seas Naturaleza
sabrás cuánto sufre Tierra,
cuánto duele el núcleo y el átomo.
Cuando nazcas en jaulas
y te arranquen los ojos,
sabrás cuánto duele un silencio,
cuánto quema el tronar de los voceríos.

Cuando seas corteza
sabrás cuánto duelen las manos,
cuánto sufren los pies y los brazos,
cuánto duele la boca;
cuando quieras alzarte y no llegues,
cuando quieras correr y no puedas;
cuando intentes hablar y te rompas,
cuando mueras de sed y sin voz.

Ten valor, blanca rama,
que has nacido escondida
entre el pecho de la cumbre,
ten valor cuando llegue
la fiesta de los taladores.
Ten valor, pequeña luciérnaga,
cuando te abrume la sombra feroz.

Ten valor, abedul prisionero,
cuando lleguen los fuegos
y destruyan la luz de los bosques...
Ten valor, inocente quejido...
Tú que sufres el daño fatal
y el constante sangrar y el castigo,
un consuelo ha de darte la vida,
de algún modo tendrás libertad.
Amapolas del valle: ¡volad!

Y caerá de nuevo
la nieve en las mejillas,
sonrosadas estampas
dibujarán los astros con sus dedos,
y sobre los párpados ya idos,
besos marineros endulzarán
lo que deja la espuma...

Amanecerán otras auroras sublimes
para acunar las pequeñas tristezas
que vienen y van por las venas del aire,
y se llenarán los mares de azucenas
con las llamas desprendidas de la sangre...

🌱🌱🌱

Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Este poema nació de una experiencia singular en un día lluvioso, los tejados rebosaban animales deshechos y flores tristes.  Naturaleza se rebeló con señales de agua, imagino... Algún día quizá me atreva a contarla.